jueves, 7 de febrero de 2013

MÁS ALLÁ DE LA EDUCACIÓN






El jardín, una etapa por donde pasamos todos, en el que los peinados más hermosos no existían al terminar la jornada, donde todos los niños eran súper héroes y no faltaba el niño que se creía súper villano, las niñas con su barita  mágica transformaban el jardín en un palacio, como todas unas princesas; una etapa de solo fantasía como las películas de Disney Channel.
El jardín donde yo asistí se llamaba ternuras Disney landia y como no se iba a llamar así, si todas las tarde antes de que llegaran nuestros padres nos ponían a ver películas de Disney Channel, haciendo que cada vez más creyéramos que existían los príncipes azules y que algún día llegaría a rescatarnos de una malvada bruja.

Después de unas largas vacaciones con mis papas, deseaba entrar al jardín, verme con mis amiguitas y contarnos como nos había ido. Ansiosa de entrar mi mama me llevo hasta el jardín, al ver que mi mama se tenia que ir me puse a llorar, por que no quería que mi mama se fuera, es mi mejor amiga y no quería que me dejara sola. Después de varios minutos de llorar y de abrazarla como si se fuera para siempre, la profesora Cristina quien me conocía desde los 2 años, me dio una gran chocolatina pero a cambio tenia que entrar, admirada por tremenda chocolatina entre, pero cuando me iba a despedir de mi mama, ya no estaba.
Entre y vi a mis amigas, emocionada las abrace y empecé a jugar con ellas a las princesas; toda la mañana estuve en clase, en el que mis actividades era colorear la letra A sin salirme de las líneas, después para matemáticas colorear y hacer planas de números del 1 al 5, una jornada muy pesada; llegaba el descanso y aunque quería descansar me ponía a correr jugando las cogidas y de paso jugar al papa y la mama, un juego que la mayoría de los chicos no jugaba pero había una excepción, Juan Camilo un chico que le gustaba pero des afortunadamente a mi no.  Jugaba con mis muñecas y después me iba sin despedirme, era muy mala con los niños en esa época. 

Ya faltando unas cuantas horas para terminar la jornada, nos ponían a dormir en colchonetas con música muy suave, después de una hora nos ponían a ver La Bella y la bestia o  blanca nieves, películas hermosas en verdad.
Llegaba mi mama y así culminaba mi día en el jardín. Un poco cansada pero con ganas de volver al siguiente día. 


Pasaron unos cuantos años y paso al bachillerato; una palabra que describiría el bachillerato seria recocha,  desde sexto con mi grupo de amigas pensábamos en ser las mejores del salón y algún día estar en un cuadro de honor cerca a la rectoría en el que mostraban a los mejores estudiantes, pero no del periodo si no del año, desde 1994, cuando se fundo el colegio, solo había 5 estudiantes con su placa y foto, era un sueño estar hay, que una placa tenga tu nombre y diga la mejor estudiante del 2012.  Cada año conocía a más personas y siempre trataba de hablar con todos aunque tuviera mi grupo; en sexto, séptimo y octavo cada celebración o fecha especial cerrábamos la puerta del salón, poníamos papeles en las ventanas y poníamos música, e invitábamos a los otros cursos, puedo decir que nos ganamos uno que otro regaño pero era lo mejor, alcanzamos a tener el apodo del curso mas rumbero. Decimo fue el mejor año,  hablar con todos los del salón, éramos una familia, y como no, si nos conocíamos algunos desde sexto, nos caracterizamos por ser el salón mas unido y recochero, en mi salón  había de todo, el sabe lo todo, la que se cree divina, los deportivos, el sapo, el desesperado, el copión, los enamorados que parecían chicles, el payaso, el torpe, el infantil, el que protestaba por todo y no me puede faltar el dormilón; había de todo pero sin importar como se comportaban o como eran cuando tocaba trabajar, trabajábamos y cuando era recocha, ¡padre santo! Éramos los numero uno.

Durante ese año apoyamos el salón en todas las actividades físicas, en basquetbol, futbol y voleibol, tanto femenino como masculino, puedo decir que siempre quedábamos en los 3 primeros lugares, el de basquetbol lo ganamos contra once y como ya estaban próximos a irse al ganar le gritamos desde la otra cancha “toma tu despedida, once”.


Son muchas anécdotas que puedo contar, pero lo mas importante para mi, fueron las personas que conocí, que me marcaron en el trayecto que estuve allí; puedo decir que cada uno me aporto un pequeño valor para ser lo que ahora soy, que me ayuda a seguir adelante. Y no puedo terminar sin decir que espero de todo corazón que cada uno les vaya muy pero muy bien en su vida, que Dios lo guarde mucho y les conceda las peticiones del corazón, de corazón les deseo lo mejor.

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